Las
leyes de Mendel
No
gozaré, según las leyes de Mendel,
de esa salud espigada que alcanzan
con la vejez los músicos austríacos.
La
enfermedad es un vestigio del amor.
Un movimiento lento
en la remota sinfonía de mi origen.
El
gran viaje, como precisaba mi madre.
Un naufragio es seguro —me decía—
carga contigo siempre el horizonte.
De:
“Los cisnes negros”
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