Enlutados
Hablas en voz alta
con los otros (…)
Y en la noche se te permite resistir. Resistir.
Harry Almela
Sin
aire transitas el asco, las noches ansiosas, tés
en el triste roce a oscuras, cuando el alma espera
soñar el riesgo entre los quicios del decir o el callar,
mientras afuera llueve y el agua pasa y las naves
parten lentas como cuerpos de silenciosos adioses.
Pero te propones trazar con el compás los puntos
y las comas al dolor; sellos de las cartas que jamás
llegarán a las manos de su destinatario, tornándose
humo de fogatas; y es en esos grises que memoria
haces de formas que te enlazan en el árbol familiar.
Silbas los nombres de los ya ausentes y canela
masticas en aquello que te da pertenencia y
los aromas te arropan al hondo deseo de hendir
el cuerpo del árbol en flores y frutas.
La daga adentra rasgando su lugar en el solitario.
Extiende límites al umbral del dolor. Son surcos
convulsos: el goce, lo que está en ascuas, el chis
del quiebre, el pequeño soplo: fuelles del eco que
zarandean la barcaza que, enlutados, nos carga.
De: “Fruta hendida”
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