Baby
fase
Ya
cerca de cumplir los cuarenta
siento que envejecí diez años en un día:
hoy, por ejemplo, no tuve la fuerza
de antaño para evitar el cierre
de las puertas del vagón del metro
al querer subir de último minuto.
Trazos
son como surcos que se hunden en mi rostro
deshaciendo aquel pacto con el demiurgo
que de un día para otro me aliviaba
la torcedura del tobillo:
ni qué decir de aquellos afanes
por el antojo en perseguir ninfas asépticas,
silenciosas termitas cavando
túneles en mi carne y mis huesos.
Cómo
quisiera asestar un puñetazo
en la cara del tiempo,
o cortar el grosor de un rayo
usando como espada la vista.
Ya
no soy ni la sombra
de lo que antes me asombraba:
ahora sólo en sueños me visita,
intacto, el rostro de la mujer amada,
y sólo en sueños vuelvo a ser nieto
de mis proyectos para un futuro remoto.
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