Los
muchachos
Al poeta Alberto López.
“Mascar, el buey de nieblas, la nada”.
Lezama
Lima
Y
eran entonces, los muchachos,
los cuatrocientos muchachos
embriagados en la playa.
Mientras sonaban
las estrellas de la Edad de Oro.
Sus cuerpos jóvenes y broncíneos
relucían
frente al apolíneo mar del misterio.
Largas cabelleras.
Cuerpos espléndidos.
Qué finos reflejos
los de sus omóplatos
luminosos y salobres
húmedos y negros de áspera arena.
Carretera infinita
y curvilínea.
Extasiado cigarrillo.
Era el Puerto de La Libertad
con sus piedras, muelle y abismos
con sus tríos y cervezas
con sus voces estrepitosas
inundando
aquel permisivo hotel
de una época de polaroid y tocadiscos,
ya perdida para siempre
en los implacables
laberintos
del tiempo.
Eran otra vez sus voces
sus alegres rostros
sus sonoras carcajadas
que celebraban
la amplia autopista
de todos los deseos.
Ese era su mundo
y no había más.
Y nadie sabía
lo que los extraños dioses
les reservaban.
Entonces,
nadie sabía.
Marzo de 2020.
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