Eterna
De
nuestro llanto extraño,
de nuestra voz de espuma,
¿qué, sino sombra, nada más que sombra?
Vino la muerte y se llevó tu boca;
vino la muerte y se llevó mi pecho.
Vino la muerte, y con los duros átomos
de nuestra carne hizo las flores nuevas!
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