jueves, 23 de octubre de 2025

MARGARET RANDALL

 

  

Su sensibilidad animal

 


Miro el noticiero: hombres a caballo

en Mississippi, 1964,

y me pregunto por los caballos.

De los hombres, sé todo lo que hace falta.

¿Pero esos caballos

sabían a quiénes acarreaban,

los crímenes que ayudaron a cometer?

 

Ni las melenas magníficas ni los cuerpos bañados de sudor

resplandecientes en el fragor de la batalla desigual,

ni el estruendo de los cascos al aplastar todo a su paso,

ni la danza embustera de sus patas,

ni el peso enorme dirigido contra la presa inocente,

ni siquiera la profundidad de esos ojos milenarios

ofrece alguna pista.

 

Creemos entender a los animales que criamos,

pero poco sabemos de quienes hacemos uso y abuso,

imaginamos que sienten como nosotros

o asumimos que no tienen ningún sentimiento.

En su sensibilidad animal,

¿les molestará adónde los llevamos

y lo que les obligamos a hacer?

 

Los perros que atacaron los poblados sudafricanos

o se echaron a los pies de Goebbels, Hitler, Hess.

Las vacas sagradas de la India

que obstruyen el tránsito en las calles de Nueva Delhi.

Los elefantes que alimentan la memoria y los leones

cuyos padres vagaron por la sabana, confinados en

zoológicos mientras paseamos por sus vidas robadas.

 

El cuervo que te abre la mochila, te quita

una pastilla de jabón pero seguro no la acapara

por razones que podamos entender.

Las ballenas cuyo idioma resonante

nos esforzamos por descifrar.

Los gatos domésticos, que nos parecen imperturbables

con sus modos lánguidos y su expresión de desdén.

 

Versión de Sandra Toro

 

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