Añoranza
El corazón envejece taciturno
pide en oraciones celestiales
dadivas espontaneas de tus labios
y enlazo el pensamiento inquieto
a recuerdos de frágiles migajas.
Imploro tu nombre
aumenta tu desdén
temo que pronuncies el adiós
otros engaños
gritos que me abaten.
Por cándidas promesas
me sumerges en delirio vulnerable
y crece el deseo por ser tuya.
De “Libre de Prohibiciones”
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