En
los geranios rosas
¡Entre
los geranios rosas,
una
mariposa blanca!
Así
me gritó la niña,
la
de las trenzas doradas.
-Corre
a verla, corre a verla,
que
se te escapa.
Por
los caminos regados
del
oro nuevo del alba,
corrí
a los geranios y rosas,
¡y
ya no estaba!
Volví
entonces a la niña,
la
de las trenzas doradas.
No
estaba ya, iba a decirle.
Pero
ella tampoco estaba.
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