domingo, 2 de septiembre de 2012

DAVID N. CAMPOS






En solitario




Lo primero que se debe hacer
ante un cambio de planes es
mirar bien:
vas a estar solo,
                                   mucho
y no podrás costearte tu vida
en solitario
vas a tener que ahorrar
hasta las lágrimas.

No hay mucho qué gastar y
el cielo o el infierno:
todo
cuesta caro.
Casi lo mismo que cuesta
ver amanecer cada día
y que no haya
para comprarte las sonrisas
cuyo precio
nadie estuvo dispuesto a pagar.

Después vendrán los recuerdos
aves extrañas
en un cielo más extraño aún.
Silencios: humo en los ojos
ausencias insufribles donde
las preguntas,
esas otras aves,
trinan en la temblorosa
y lejana figura caminando
hacia otro lado del mundo.

Y al final descubrir
la insuficiente saciedad
de esas palabras
inútiles, resbaladizas,
desgastadas,
en el borde
o cayendo
en un abismo
muy parecido al suelo
donde, según los establecidos,
deben permanecer los pies.


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