En
solitario
Lo
primero que se debe hacer
ante
un cambio de planes es
mirar
bien:
vas
a estar solo,
mucho
y
no podrás costearte tu vida
en
solitario
vas
a tener que ahorrar
hasta
las lágrimas.
No
hay mucho qué gastar y
el
cielo o el infierno:
todo
cuesta
caro.
Casi
lo mismo que cuesta
ver
amanecer cada día
y
que no haya
para
comprarte las sonrisas
cuyo
precio
nadie
estuvo dispuesto a pagar.
Después
vendrán los recuerdos
aves
extrañas
en
un cielo más extraño aún.
Silencios:
humo en los ojos
ausencias
insufribles donde
las
preguntas,
esas
otras aves,
trinan
en la temblorosa
y
lejana figura caminando
hacia
otro lado del mundo.
Y
al final descubrir
la
insuficiente saciedad
de
esas palabras
inútiles,
resbaladizas,
desgastadas,
en
el borde
o
cayendo
en
un abismo
muy
parecido al suelo
donde,
según los establecidos,
deben
permanecer los pies.
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