Cesión
Hubo
un rey
que amanecía en el tumulto de una calle
donde habitaba un sordo mendigo
que amanecía en el tumulto de una calle
donde habitaba un sordo mendigo
A
él le entregaban las rosas
los visitantes nocturnos de una aristocracia envilecida
Sus ojos le permitían la ocasión a la envidia
como quien almacena el deseo en vasijas selladas de catástrofes
los visitantes nocturnos de una aristocracia envilecida
Sus ojos le permitían la ocasión a la envidia
como quien almacena el deseo en vasijas selladas de catástrofes
Cuando
se puede oír lo que un sueño nombra de improviso
Y una mano tendida en la escasez es el relámpago anunciado,
Somos reyes nuevamente.
Y una mano tendida en la escasez es el relámpago anunciado,
Somos reyes nuevamente.
Una
tecla cede su sonido al mar.
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