Jesucristo
Son
tus llagas virulentas
Es
tu soledad en el martirio
De
los clavos sangrantes
por
la osadía y vanagloria de un imperio decadente
Es
tu corona espinas de estirpe sublime
Cargas
una pesada cruz sobre una espalda castigada a latigazos
Hombre
probo y valiente que mueres por un ideal
Sufres
por la humanidad
Cuando
ella te da la retaguardia
Es
tu asfixia dolor puro en esencia
Tu
rostro compungido humilde te ve brillar en el espejo del héroe
Del
profeta, del regente del cielo todopoderoso
Descendiste
a morir a manos del hombre
Del
carnicero vanidoso que atravesó en lateral tu cuerpo con una lanza
Sucumbiendo
en la penuria del amor humano
Por
gritar los pasos a la libertad del alma,
A
la gloria eterna y a la bondad máxima
Caminaste
largo y agotado ante las miradas de rechazo siendo luz
En
el camino de cualquier cristiano
Y
en tu último aliento pediste misericordia
No
por ti como hubiera hecho cualquier cobarde
Sino
por la raza que te perforo las manos y los pies
Bajo
un cartel que se burlaba de tu naturaleza
De
Dios en la tierra.
Y
en el tiempo se dieron cuenta que eras Jesús de Nazaret
Cuando
el mundo se derruía
Recordando
la “muerte” del padre rey.
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