sábado, 6 de julio de 2013

MARIO SALAZAR




Jesucristo



Son tus llagas virulentas
Es tu soledad en el martirio
De los clavos sangrantes
por la osadía y vanagloria de un imperio decadente
Es tu corona espinas de estirpe sublime
Cargas una pesada cruz sobre una espalda castigada a latigazos
Hombre probo y valiente que mueres por un ideal
Sufres por la humanidad
Cuando ella te da la retaguardia
Es tu asfixia dolor puro en esencia
Tu rostro compungido humilde te ve brillar en el espejo del héroe
Del profeta, del regente del cielo todopoderoso
Descendiste a morir a manos del hombre
Del carnicero vanidoso que atravesó en lateral tu cuerpo con una lanza
Sucumbiendo en la penuria del amor humano
Por gritar los pasos a la libertad del alma,
A la gloria eterna y a la bondad máxima
Caminaste largo y agotado ante las miradas de rechazo siendo luz
En el camino de cualquier cristiano
Y en tu último aliento pediste misericordia
No por ti como hubiera hecho cualquier cobarde
Sino por la raza que te perforo  las manos y  los pies
Bajo un cartel que se burlaba de tu naturaleza
De Dios en la tierra.
Y en el tiempo se dieron cuenta que eras Jesús de Nazaret
Cuando el mundo se derruía
Recordando la “muerte” del padre rey.



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