Campo
visual de la doméstica
Campo
visual de la doméstica Mirada triangular cuando Isadora baila la ropa en los
cristales. La doméstica observa por refracción el movimiento y los contornos de
Isadora.
Detalla
respiraciones agitadas.
Más
allá del cristal otro mundo es comercio, oficinas, buroes, tecnocracia...
Ninguno
de esos seres ve lo que transcurre en la piel de sus ventanas. Ninguno puede
verlo.
Isadora
se abraza al airecillo de cuaresma y pacta junto a él su ondulación de
diosa.
La
doméstica conoce el episodio, presiente el fin aunque el tejido severo no deja
de bailar transparentando piernas, transparentando brazos, el pelo circulante
de Isadora.
El
tejido blanquísimo está seco sorprende la irreverencia de un aplauso que
escucha la doméstica cuando Isadora se despide haciendo un profundo ademán de
cortesía.
Danza
del reposo, de la serenidad. Está la diosa en su lisura.
Desde
un balcón hacia el vacío: mirada triangular, isósceles, y el cuerpo de Isadora
entregado al aroma a la ausencia de ácaros, caliente aún para mezclarse con la
vencida naftalina.
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