martes, 5 de noviembre de 2013

FINA GARCÍA MARRUZ




Lago de Managua



Desde lo alto de la avioneta, el lago de Managua
parece una lámina arrugada de plata.
Esto, supongo, lo habrán dicho muchos,
pero junto a un espejo ¿quién teme repetir?
De cerca, el lago tiene transparencias únicas.
Casi no se precisa dónde empieza el reflejo.
Claras se ven las nubes, de azules diferentes,
surcar el agua: qué raro, las hondura del cielo, abajo.
Desde muy alto, la laguna se diría que se adensa,
que el plata se hace sólido, y se pudiera
caminar, como Jesús, sobre las aguas.
Pero nos acercamos, y los grises plata
tienen suavidades de pluma de paloma.
Parece entonces que el lago,
de pronto, va a echarse a volar.


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