viernes, 13 de diciembre de 2013

MIGUEL MÉNDEZ CAMACHO




La Soledad



Si miramos el rostro de la amada
y cerramos los ojos
para palparlo luego en la memoria
el fantasma del miedo nos traiciona.
Por eso los amantes
no se dan nunca nada el uno al otro
y las manos que recorren los cuerpos
no persiguen la piel
sino el olvido de la futura soledad.
Y las caricias se prodigan
no a los cuerpos
sino al vacío de la ausencia
al temor de quedar sin compañía.


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