En
perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
A la incompresión mundana
En
perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En
qué te ofendo, cuando sólo intento
poner
bellezas en mi entendimiento
y no
mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y
así, siempre me causa más contento
poner
riquezas en mi pensamiento
que
no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es
despojo civil de las edades,
ni
riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir
vanidades de la vida
que
consumir la vida en vanidades.
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