domingo, 8 de noviembre de 2015

CARMELINA SOTO




Interpretación de los motivos del barro de Omar Khayyam



I
De pronto dijo un vaso con insólito impulso:
-De mí todos se burlan porque nací torcido.
Pues fue que al alfarero le tembló un poco el pulso
y por tanto quien ría, primero se ha reído
de aquél que soy substancia, medida y contenido.

II
-Hay un vaso torcido que se siente perfecto.
A mí me ven correcto, pero me sé torcido.
Falla del alfarero? Salí favorecido
porque puedo mirar más allá del aspecto
y saber mi defecto por más que esté escondido.

III
-Soy barro o alfarero? Se pregunta otro vaso.
-Soy barro algunas veces? Soy otras alfarero?
-Cuál de entre tantos vasos soy: último? primero?
-Soy igual? Soy distinto? Soy obra del acaso?

IV
-Yo sé que no soy vaso perfecto, ni imperfecto.
Pues voy torcido a veces por otras tantas recto.

V
Otro vaso reseco, sin ningún contenido,
escucha rencoroso los diálogos y exclama:
-Yo fui feliz tan solo cuando no había nacido.
Pues para ser un vaso, primero fui una llama.

VI
Otro replica al punto: -Yo espero un vino claro
con el cual me colmaron en un lejano estío.
Desde entonces me llenan y siempre estoy vacío
y estoy siempre sediento del dulce vino avaro.

VII
-Y si a mí me colmaran con un nuevo licor
fuera vaso perfecto. Vaso de maravilla.
Vaso dilecto y puro de amor, no de rencor
y mi virtual esencia pudiera ser semilla
de una arcilla más triste, pero mucho mejor.

VIII
-Según los que me miran, yo soy como ellos quieren,
No como yo me siento por dentro ni por fuera.
Si beben de mi vino, les sabe al que prefieren
y así cada cual toma mi gusto a su manera.

IX
-A mí muchos me juzgan medida y sentimiento,
capacidad y peso, calidad y presencia.
Lo que son o aparentan, presumen que aparento.
Será que soy un poco de todo en la apariencia?

X
-Llegó el amo una tarde que estaba haciendo frío
y me llenó hasta el borde de vino generoso
y al beber muy despacio, fue recobrando brío
y yo me fui sintiendo liviano y luminoso.
Así por muchas veces me escanció con anhelo
hasta que al fin los dos rodamos por el suelo.
Después volvió a llevarme con torpe movimiento
a los labios resecos y yo estaba vacío.
Me arrojó de su lado con qué modo violento
y desde entonces, siempre, de todo desconfío.

(No sé que gusto obtiene quien quiebra el vaso hermoso
donde hasta ayer bebiera del vino generoso).



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