viernes, 18 de diciembre de 2015

SARA COHEN




La promesa



No eran oscuros los ojos de mi padre, no.
Eran de un color indescifrable
que se define sólo en la mirada
Siempre supe
algún día tomaría el tren
en que lo vi partir.

Carta manuscrita del poeta a su amada
Gira mi vida
en torno a mi obra
no me pidas lo que no soy
si me caso, Ofeliña,
será contigo.

El tren se detiene

guardo el libro
veo siluetas de hombres
en el andén
se trata de un hombre
y de ninguno
es más bien
la condición de la nostalgia
sin la cual
viajar en tren
no tendría sentido

No eran
todo lo oscuro que suelen ser mis ojos,
los ojos de mi padre.

Eran de un color que vira
Sentí la exclusividad de su mirada
en la imprecisión de su color
Su mentón partido al medio
por su hendidura central
no alcanzaba tampoco a definirse
por la leve hendidura de mi mentón.

Lo sabes, Sarita,
a mí me tienes siempre
Yo sé
del valor de una promesa
también sé
a nadie se tiene siempre

La ausencia
es una luz que encandila y ciega.


De: Escena con cartas






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