Alea
jacta est
Tan
míos pueden ser tus ojos
que
tiemblo al pensar qué vagas palabras
podría
ofrecerte a ti
en
esas horas de vigilia.
Resiste,
sé valiente:
consigue
otro umbral donde velar tu sueño.
Resguarda
tus horas y energía
aún, demasiado
tempranas para el sol.
Tiemblo
y me
sumerjo en la medianoche
que
arranca a destajos mis manos,
mis
manos que tuyas
empeñan
una brava alegría,
una
sufrida sonrisa,
un
breve golpe a la puerta de la vida.
Eres
el tiempo que rebota de un lugar a otro,
tiempo
aparte, tiempo muerto.
Eres
un camaleón que finge cantar
cuando
le piden que cante:
camaleón
que se reconoce mudo y actor,
también
eres la fragilidad del agua,
la
simetría del fuego,
te
caes y vuelves polvo y viento.
Quizá
porque tu nombre
está
hecho de mirto y eucalipto
es
que tiemblas a la orilla del río
juntando
tus palmas, ensayando tu labia.
Eres
la tierra que pronto se olvida:
eres
la vida donde no ocurre nada.
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