El
arte negro
Una
mujer que escribe siente demasiado,
esos
trances y presagios,
como
si los ciclos y los niños y las islas no fueran suficientes,
como
si los dolientes y los chismes y las verduras nunca fueran suficientes.
Ella
piensa que puede advertir a las estrellas.
Un
escritor es, esencialmente, un espía.
Amor
mío, yo soy esa chica.
Un
hombre que escribe sabe demasiado,
tales
embrujos y fetiches.
Como
si las erecciones, los congresos y los productos no fueran suficientes,
como
si las máquinas y los galeones nunca fueran suficientes;
Él
hace un árbol con muebles usados.
Un
escritor, es, esencialmente, un ladrón.
Amor
mío, tú eres ese hombre.
Sin
amarnos nunca a nosotros mismos,
odiando
hasta nuestros zapatos y sombreros,
nos
amamos, precioso, precioso.
Nuestras
manos son suaves, de un azul claro.
Nuestros
ojos están llenos de confesiones terribles.
Pero
cuando nos casamos,
los
niños quedan asqueados.
Hay
demasiada comida y no queda nadie más
que
coma toda la extraña abundancia.
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