De
“un hombre solo en una casa sola”.
A Jorge Teillier.
No
fuimos capaces de incendiar la casa
reducirla
a cenizas
e
irnos a los bosques
sin
miedo
Tarareando
viejas canciones irlandesas
como
aquella del marinero borracho
shanties
extraídos de viejos cancioneros celtas
por
los caminos polvorientos del estío
por
alamedas que llevaban a la plaza del pueblo
donde
las muchachas pretendían tu corazón de alondra
ahora
cubierto por un frío bolsillo depositario
de
estampas y angelicales medallas protectoras
en un
bar de la calle Nueva York.
Con
la misma canción aquella en el oído
¡qué
vamos a hacer con el marinero borracho!
cruzando
los brazos sobre la mesa de un otoño en la ventana
con
toda la oblicuidad de la luz en el rostro.
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