Astuta
quimera.
Entonces
vive un prodigioso verdugo
que
combate toda suficiencia,
que
le ofrece noche y camposanto a la bondad;
Entonces,
sabiendo que la sinceridad
renegó
de sus capitanes, que el amoroso
empeño
termina en la ciénaga,
y no
hay labios para el origen,
y se
borran banderas por el juramento,
mi
reclamo se lo lleva esa mujer,
astuta
quimera,
que
al cerrar el claustro
deja
los cardos en la palabra,
un
interminable país para los tropiezos.
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