Vino de día
Toma
tus cosas —dijo
—Pero
yo no quiero salir de casa
No
quiero no cosechar los olivos
ni
perder la dulzura del almizcle del manzano
o la
frescura del agua del pozo
o la
brisa al decaer la tarde
Aquí
yacen mis muertos
esta es
mi huerta y mi almendro
¿que
será de mí en el abandono del camino?
—Guarda
tu verdad y tu origen
Y echa
andar
Aquí
sólo te espera la desolación
De
prisa
que el
cierzo se alza incansable
y
atruena el cielo
auspiciando
el consumar de los días
Lloraba
lo que habría de ser atesorado
Acariciaba
los pilares
y
deambulaba de cuarto en cuarto
condenando
al quebranto las queridas cosas
Advertí
sus ojos glaucos
y me
escuché jurar
—No
habré de llevar
ni
tristeza ni olvido
pues
sin tierra por donde vagar
ningún
fruto habrá de echar raíz
Sea la
madrugada testigo
Y la
ira de Dios sólo para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario