Servicios funerarios
Sólo
trato de escribir el crimen más honesto,
recordar
la hora, saber que fue en invierno.
El
viento hacía de tu cabello un pañuelo negro que
recorría
en libertad el cielo.
Fuiste
la pintura anónima del mural en mi cabeza.
Tu
cuero curtido contaminó mis pulmones.
Aprendí
de memoria el cálido llamado,
como la
madre acude al llanto de su hijo.
Tu
olor, tu cansado olor a turquesa,
me
profanó la mente como puñal sin filo.
Dulcísimo
dolor a cucharadas,
vicio
de amor sin cura,
parálisis
letal de mis entrañas.
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