sábado, 16 de septiembre de 2017

YAEL DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ




Servicios funerarios



Sólo trato de escribir el crimen más honesto,
recordar la hora, saber que fue en invierno.
El viento hacía de tu cabello un pañuelo negro que
recorría en libertad el cielo.
Fuiste la pintura anónima del mural en mi cabeza.
Tu cuero curtido contaminó mis pulmones.
Aprendí de memoria el cálido llamado,
como la madre acude al llanto de su hijo.
Tu olor, tu cansado olor a turquesa,
me profanó la mente como puñal sin filo.
Dulcísimo dolor a cucharadas,
vicio de amor sin cura,
parálisis letal de mis entrañas.




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