Exposición a la ausencia
(Impresiones acerca del sentido del
sinsentido)
Hoy,
caminar bajo un cielo poco estable es tentalear con todos los sentidos.
Uno es
tan sensible a veces que detenerse es distinto.
Los
cambios de la atmósfera influyen pero no determinan a quien nos ve:
cruzamos
los brazos, alzamos los hombros, nos acurrucamos en algún deseo,
observamos
la claridad con ojos entrecerrados…
Lo que
nos vuelve vulnerables es la añoranza
de una
sombra dulce.
La
melancolía es a veces un indicador grato de que estamos habitando también
otro
lado del mundo donde alguien nos desea.
¿Quieres
percibirme?
Entre
todas las palabras, como entre todas las islas,
hay
puentes por los que puede atravesar la necesidad.
Empeñados
en hablar del abandono
la
puerta atrancada de una casa no logra perturbarme.
Entiendo
que sea complicado comprender una actitud de tanto desapego.
Quedarme
sin un lugar me descompone no tan urgentemente.
La
realidad nunca es historia de tanto peso como la imaginación.
Olvidar
incendiados los barcos de la confianza es algo que preocupa,
respirar
en el agua al ras de la memoria.
La
unión entre tú y tus días me conmueve con unas imprecisas ganas de todo el
cuerpo,
cuando
revelas frente a frente cosas que has perdido:
besos
dinteles, combas caricias, catárticas columnas.
Ahora
que tu boca percibe el tiempo quebrajándose
viene
de lejos el eco de un aullido,
un
ulular que avisa de algo lúgubre.
Al
fondo de tus palabras tu calle tal vez asoma por otras ventanas.
Todo el
mundo está cada vez más ausente.
Te
confieso un poco de tristeza.
Ojalá
olvidara las señales que intentan describirla.
Hace
algunas locuras pretendía ser un signo.
Padecimiento
espiritual favorecido
por asfixiantes
modos de control, las acciones cotidianas.
Mis
días frenan líneas arriba ante la tentación de un sitio placentero.
Afortunadamente
somos fantasía sólida.
¿Disfrutaremos
mañanas subjetivas,
consciente
amor detrás de las voces más delgadas?
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