XV
Me vino
el olvido
entre
las cinco pe eme
y
quinientas gotas de tu carne.
antes
de la noche,
después
de la orilla,
entre
Urgencias y la Sala de Choque,
a once
lágrimas de altura.
Indolente,
quebré mis párpados
(mirlos
enfermos),
y
fueron balas
para la
tarde de esa mañana
desbocada
y húmeda
en la
que
cerré
las piernas, apreté los puños
me vino
el olvido.
De: “Crónicas de hospital”
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