Profundidades
Descenso
al naufragio: la realidad apenas toca los pulmones del buzo, y los días del
agua son más largos en la oscuridad de la madera. Allí abajo la luz pesa menos
que el alma de los muebles sumergidos. Una mujer de ébano, desnuda, sin carne,
es llama inmóvil, los peces se arremolinan en sus ojos, sólo de esta forma
pueden cerrarlos. El buzo le habla de un país donde el aire es como el agua, y
la luz resiste a la memoria; pero la mujer, eternamente sincera, no logra
escuchar más que la respiración, el profundo oxígeno de los minutos.
Nada turba la quietud de este instante. Digamos que una mujer dormida es un vaso que contiene toda el agua del mar.
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