sábado, 16 de diciembre de 2017

AGUSTÍN MAZZINI




Manicomio
Homenaje a Leopoldo María Panero



Sabiendo a la locura un animal escondido tras la maleza,
descansando al acecho de lo profundo del hombre,
él la hirió como cazador a ciervo,
como flecha de pureza letal a la mujer
que da a luz sin ver el gemido
detrás de la ventana del castillo. Panero,
los eunucos frotan los huevos que no tienen
contra el rostro de la amargura. Eso todos lo saben:
tus doncellas, tus prostitutas, este sentimiento
que agranda la soledad y contamina
la palabra. Lo que desconocen
es ese fuego que no es fuego
sino llama fría
(la vida usó tus versos para decirlo)
en el centro de un animal resplandeciendo,
en el centro de su nido meado solamente por vos.


De: “El cielo no termina de quemarse”


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