La frecuencia de mi
corazón
cambia
por las noches.
Puedo
sentir en el pecho
su
marcha forzada,
su
prisa por cumplir
con el
resto de latidos
que le
quedan.
Mi
pulso se acelera
cuando
la luz del día se ha ido:
me
aterra sentir el filo de la noche
en la
vena más ancha de mi cuello.
En la
oscuridad de la casa
mi
corazón se vuelve mar picado,
golpea
por dentro con la fuerza de una ola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario