martes, 6 de marzo de 2018

DANIEL MIRANDA TERRÉS






La frecuencia de mi corazón
cambia por las noches.
Puedo sentir en el pecho
su marcha forzada,
su prisa por cumplir
con el resto de latidos
que le quedan.

Mi pulso se acelera
cuando la luz del día se ha ido:
me aterra sentir el filo de la noche
en la vena más ancha de mi cuello.

En la oscuridad de la casa
mi corazón se vuelve mar picado,
golpea por dentro con la fuerza de una ola.


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