Dentro
de las pupilas de mis muertos
las
golondrinas abandonan el néctar de la celidonia
Ellos
regresan por unos centímetros de voz;
Gusto
de verlos rodeados por sus siluetas,
regalan
secretos, mi dotación de gajos de lima
mezclados
con anécdotas moradas,
ya no
trasforman mi sentir en cardos.
¡Carajo! ¡creo que ando de buenas!
Estoy
lista para escuchar lo que no dijeron
cuando
los proyectiles llenaron sus bocas.
El tubo de un respirador no dejó
que escurrieran las palabras
atadas a la saliva.
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