domingo, 22 de abril de 2018

ALFREDO R. PLACENCIA






II

La gente buena



Lo querían los santos.
Su beatitud salvaje,
hasta mi propia puerta llegaba y me imponía
su arbitrario designio.
Y a toda costa había
que ir cerrando las puertas y emprender aquel viaje.
Sin hacer cuenta alguna de mi escaso menaje
separé cuanto suyo a mi guarda tenía:
sus papeles, sus llaves, su vivienda sombría,
sus escombros y todo.
Nada suyo me traje.
Y entregué una por una, cuanta cosa era ajena;
y una vez que ya hube todo aquello entregado,
me refugié en mi noche y abracé mi condena.
¡Si tendré o no justicia para verme tentado
a dudar de los hombres!...
Fue la gente más buena
la que me dio la espalda…
¡La que más ha rezado!


De: “El éxodo”



No hay comentarios:

Publicar un comentario