Inmortalidad en el beso
Sólo quien ha besado
sabe que es inmortal
Raquel Lanseros
El
cuerpo nos recuerda lo que fuimos
con sus
prisas ajenas y silencios.
Las
flores seducen la mirada,
nos
alejan de los grises
de la
pátina del tiempo.
Hay
lunes que sonrojan las mejillas
con
secuencias de piel sobre el invierno.
Las
caricias están en la otra esquina,
deambulando
incansables por tu sueño.
Somos
aire que acaricia los contornos
y semillas
acunadas por el viento.
Incertidumbre
somos
y
pasajeros borrosos del recuerdo.
Manos
cansadas que buscan temblorosas
los
perfiles lejanos del encuentro.
Inconstantes
somos
y, a
pesar de los pesares, fuego.
Juguetes
rotos que anhelan ser mañana
extraños
en las playas de febrero.
Un
lunar en tu falda
y su
derribo.
Un
punto, en tu cuaderno,
Secuencias
de piel sobre el invierno
suspensivo.
Unos
ojos.
Sus
contrarios.
Hielo
en el estío.
Al
menos, eternos en el beso.
Inmortales
lenguas de rocío
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