martes, 17 de julio de 2018

ALBERTO AVENDAÑO





Requiem
Para Karen,
que en sus manos escucho el caos.



Eris, cristal que atraviesa mi cráneo;
canto de iceberg; orilla y desastre,
hoy beso tu mejilla
mientras cuelgo esta cuerda antes del último cigarro.
Dame la fe
para dejar ir el cansancio
entre los viejos huesos
que decoran la cómoda.
Busco consuelo
en la caída del esperma
sobre tu vientre, madre de piedra, ídolo mutilado.




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