Requiem
Para Karen,
que en sus manos
escucho el caos.
Eris,
cristal que atraviesa mi cráneo;
canto
de iceberg; orilla y desastre,
hoy
beso tu mejilla
mientras
cuelgo esta cuerda antes del último cigarro.
Dame la
fe
para
dejar ir el cansancio
entre
los viejos huesos
que
decoran la cómoda.
Busco
consuelo
en la
caída del esperma
sobre
tu vientre, madre de piedra, ídolo mutilado.
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