Llueves
y al caer así de líquida
parece que no hay delfín amable o jirafa ultramarina
que pueda detener tu rumbo.
Llueves,
y la sombra cae así de plomo,
así de cobre, así de rompeolas;
y todo cuanto miro es un naufragio,
un colapso de olas en mitad del río Támesis.
Pero de nada serviría quemar las naves
al intuir que anegarás incluso el cuarto.
Sería inútil pensar que quedaré varado arriba del ropero,
o que sin importar la dimensión de la llovizna,
un cajón, algún librero,
la mesa de la esquina, podría salir a flote.
De nada serviría asirme a las cortinas;
apilar los restos de barcos naufragados para hacer una escalera.
No hay refugio que escape a ser tocado por tus olas.
y al caer así de líquida
parece que no hay delfín amable o jirafa ultramarina
que pueda detener tu rumbo.
Llueves,
y la sombra cae así de plomo,
así de cobre, así de rompeolas;
y todo cuanto miro es un naufragio,
un colapso de olas en mitad del río Támesis.
Pero de nada serviría quemar las naves
al intuir que anegarás incluso el cuarto.
Sería inútil pensar que quedaré varado arriba del ropero,
o que sin importar la dimensión de la llovizna,
un cajón, algún librero,
la mesa de la esquina, podría salir a flote.
De nada serviría asirme a las cortinas;
apilar los restos de barcos naufragados para hacer una escalera.
No hay refugio que escape a ser tocado por tus olas.
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