sábado, 6 de octubre de 2018

ISABEL FRAIRE





2 de octubre en un departamento del edificio Chihuahua 



Piel rota orilla incierta de la piel rota
carne como la carne que le doy al gato
la sangre rezuma y chorrea en goteras
se ve el hueso
ancho y profundo el boquete como plato sopero
alto en el muslo el tazón de carne cruda y sangre
cuerpo tendido en el piso en cuatro dedos de agua
“No es nada.”
“¡Cómo que nada!
¿Te duele?”
“Nada, un rozón.”
Las balas atraviesan vidrios atraviesan puertas se
entierran en paredes
“¡Cuidado señora!” (tiene un niño en brazos) “Métase
al baño, ahí está más segura.”
Los estampidos retumbando arrecian
“Agáchense.” “Hasta abajo.” “No se asomen, por
Dios.”
“¿Cómo te sientes?”
“No es nada.”
(La señora con su niño en brazos gritando) “¿Por
qué siguen, por qué siguen tirando?
Dios mío, Santa Virgen, que paren, ya no sigan...”
“Otra vez.”
“Agáchense.” “Baje la cabeza.” “Dame la mano”,
como mala película que no termina nunca.
Diez días después los periódicos no hablan más que
de Olimpíada.
No fue nada, un rozón.

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