Combatientes íntimos
¿Y pasto del amor serás inerte?
¿Ni voluntad bastante
tienes para pugnar osado y fuerte
y a la insana pasión sobreponerte
con ánimo arrogante.
Cual sobre el tigre el domador se asienta.
Habiéndole rendido,
y con mano terrífica y sangrienta
le mantiene postrado, ¿y le amedrenta
aun después que ha mordido?
Metido él en la jaula, en sí confía,
y protección no espera;
nadie con él terciara en tal porfía,
ni el tácito lenguaje hablar sabría
con que él doma a la fiera.
Ni hay quien, en pugna tú y el apetito,
te auxilie ni rescate;
nadie, tú bajo el diente, oirá tu grito;
vencerás o caerás, santo o precito,
en singular combate.
¿Y pasto del amor serás inerte?
¿Ni voluntad bastante
tienes para pugnar osado y fuerte
y a la insana pasión sobreponerte
con ánimo arrogante.
Cual sobre el tigre el domador se asienta.
Habiéndole rendido,
y con mano terrífica y sangrienta
le mantiene postrado, ¿y le amedrenta
aun después que ha mordido?
Metido él en la jaula, en sí confía,
y protección no espera;
nadie con él terciara en tal porfía,
ni el tácito lenguaje hablar sabría
con que él doma a la fiera.
Ni hay quien, en pugna tú y el apetito,
te auxilie ni rescate;
nadie, tú bajo el diente, oirá tu grito;
vencerás o caerás, santo o precito,
en singular combate.
Versión de Miguel
Antonio Caro
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