Mi mente es
un cuadro minimalista
un niño con los ojos sin pupilas
manos abiertas
y un cinturón enorme en su torso.
Señor
psicoanalista, no lea esto.
No
quiera convertir mi pasado
en
incesto
en
traición
en viga
que un elefante rosado eleva hasta las nubes
para
que todos vuelen.
Porque
yo volé, señor psicoanalista,
en los
brazos de mi padre
yo fui
pañuelo en sus pies
y
líquido amargo
que aún
corre por mis ojos.
Y todos los cinturones a esta hora aprietan mis senos
Y todos los silencios somos mis hermanos y yo corriendo
hasta convertirnos en polvo en la olla de sopa.
Porque
ya le dije, señor psicoanalista
ni
madre siempre fue sabia
nos
daba de comer su tristeza
¿Y su
padre? Dirá usted,
y
yo callaré
y
contemplaré en mi memoria
a un
hombre que nace del único órgano
que aún
me duele.
Contemplaré
el vacío en cada rostro
llamaré
fuego a cada hombre
y jamás
amaré a ninguno de ellos
porque
nunca tuve corazón.
Señor psicoanalista
nací
muerta
y solo
quiero su leche
para
confirmar mi idea del amor
y todas
sus carencias.
Pero
nada importa…
A esta
hora todos duermen y yo construyo falos de tierra y los hago semidioses
¿Usted
ha visto que todo gira en torno a esto?
Las mujeres
de la publicidad, la comida light, el evangelio.
Siga
fumando y yo reiré con la angustia cortopunzante de haberlo entendido todo
precozmente.
Precozmente
fui mujer en un campo de flores, en donde niños exiliados corrían detrás de las
montañas y volvían convertidos en tristes hombres.
Precozmente
miré mis muslos cubiertos de una mancha rojiza y mi madre lloró por mí
y yo
jamás entendí su llanto
hasta
que,
recostada
en una cama
entendí
que el amor sería mi pubis y todas sus devoluciones.
Precozmente mi sangre y su génesis.
Precozmente una manada de hombres depositó
su semen en mi vientre
Y yo lloré la herencia estéril del amor no correspondido.
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