miércoles, 13 de febrero de 2019

MILTÓN MEDELLÍN





Bravata



Ya no debo escribir del amor,
sin embargo aquí estoy:
puliendo malos versos de pésimo augurio.
Hablando con lenguaje miserable
de la cosa más hermosa en este triste universo:
tu mirada.


No hay nada nuevo que decir,
todo está dicho:
precipicio de luz tu presencia,
barro de fuego en mi memoria,
transparencia fugaz,
don de lenguas.


De Catulo a Lizalde,
pasando por Carreto y Cardenal,
se ha ido construyendo esta palabra
que quema las arterias del tiempo.
Tradición mal habida de los enamorados
que conocen la mirada de dios en su alma.

Ya no debo escribir del amor,
pero duele y es cierto:
no hay palabra que sobre
cuando es la poesía quien nos consuela.




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