Poema de la luna
La
luna se ha ocultado en sus ijares
dejándonos
apenas un trémulo relente
para
no tropezar en lo oscuro.
En
el lugar que me ha tocado me desplazo sobre la estepa
un
animal de torpes movimientos
mientras
el resto de la manada sabe cómo esconderse
y
no dejarse guiar por las extrañas voces
que
agitan los follajes
o
las sombras que fácilmente agigantan
las
inocentes inquietudes de la mañana.
Acometido
por la arena que rastrilla mi piel
para
convertirme en estela indescifrable
un
anillo más de mis desleídos antepasados
que
apenas me dejaron un soplo helado detrás de las orejas
me
pregunto inútilmente:
¿y
si fuera de escamas?
¿inalcanzable
metal como la luna?
¿generosas
branquias, ágiles aletas,
ojo
violeta de torbellino leonado
y
penetrase las aguas allá donde tus pies infantiles
se
aseaban de la carcoma del mundo?
¿corriente
inalterable al fin, impasible anguila,
soberana
en los recintos de lo inexpugnable
en
los que las lenguas y lo que se palpa
han
sido superados por el solo goce de moverse?
Consecuente
con mi naturaleza
me
hundo en las arenas
y
mientras alcanzo el ópalo total de la memoria
pienso
que habitaré el lecho de algún secreto mar
donde
aún se escuchen tus zarpazos.
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