El
guardapelo de las poetisas
PARA
que nunca se les olvide, las poetas llevan colgando del cuello el guardapelo
vacío de las poetisas.
¿Qué
hacer con su moño resignado y su croché, sus juegos sin apuesta y sus remilgos,
con esa manía tan suya de escribir y tirarse de la enagua?
Me
prometí quitarles a sus nombres la tachadura, como quien sabotea un cepo con un
palo; no juzgarlas ni juzgar tampoco a quienes consintieron la demencia por un
equívoco romántico.
Esto
último me cuesta mucho.
Confesando
que me gustan las isas y los ismos, y también sin medida lo contrario, me
pregunto cuánto quedará en nosotros de su amor por la nadería.
En
inglés isabelino llamaban nothing a
lo que ellas tenían entre los muslos.
De:
“Chocar con algo”
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