La noche en minifalda ahoga a los
transeúntes
A
Ramón Rodríguez
en
las calles de incierta geografía
dos
piernas como torres paralelas
de
aceite ungidas, por la luz roídas,
el
cielo nublan, la
noche moldean,
altas,
mórbidas, columnas marmóreas
que
soportan cúpulas, entreabren grietas;
sinuosos
caminos que la fronda oculta
de
la luna y su succión de ónice.
Qué
cauces, qué arabescos, qué formas de serpiente,
lenguas,
ardientes cicatrices, plumas,
escamas
y aun escaras toma el aire
cuando
su látigo restalla contra
la
oscura, brillante vestimenta
y
al duro son de cláxones,
improperios,
oraciones, llantos,
las
nalgas van en ondas internándose
con
mi sombra y mil sombras más prendidas
a
sus frutos de flor
monstruosa,
infame:
sus
pies descienden al abismo,
mis
pasos alimentan los oceános
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