Tarde
La
trama de alambre estaba rota
por la parte que se fija al suelo
levantándola hasta mi cintura
me
deslicé con el niño de seis años rumbo al lago.
Nos encuclillamos en el pasto
justo en el declive
él delante mío
yo
asiendo sus manos
El
día era azul y el viento abrasaba las hojas de los arces por los bordes
Dijo
entonces
Y cuando tenga cien años y me muera, ¿los lagos seguirán viviendo?
Sí, Ezra, los lagos seguirán aquí
¿Y los árboles?
Los árboles también y las rocas y las estrellas
¿Y
cuándo volveré a vivir?
No se vuelve
Y si me muero, ¿ya no caminaré nunca?
No
hijo
¿Y
no puedo nacer otra vez?
No
El agua centelleaba como fragua
Estreché
la tibia cabeza contra mis hombros
Bajo mis párpados ardía la tarde
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