viernes, 2 de agosto de 2019

SERGIO BRICEÑO





Crístoris



Coronado de púas,
entreabierto y salino,
aguarda como astilla
en la carne,
como alubia de nervios

Lo tocas y es guinda
su dolor

La punta de tu lengua
lo electriza
aunque al frotarlo
es néctar lo que suda

Crucificado allí,
tallado en el relieve
de unos labios
los groseros lo increpan,
le ensartan el acero de una pica
o lo lamen nerviosos
como se lame el dulce o las heridas

Trepado en el madero
de los muslos
espera tu saliva
o tu desprecio

Es rojo

Es mínimo

Es el hijo
de Dios.


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