jueves, 14 de noviembre de 2019

CARLOS MONTEMAYOR





Memoria de las noches



En las noches de verano
cubría a mi pueblo un sonido de tierra, de piedras, de lugares
como si la verdad de las cosas fuera escuchar,
como si el verano sonara reunido en una inmensa espiga.
Recuerdo las noches así,
en que mi padre hablaba con mi madre
y al quedarse callados resurgían
las voces de todas las otras cosas.
Las noches en que nos inundaba la voz de la tierra y
las piedras,
el golpe del río sobre las peñas,
el olor del monte o de las ramas,
el calor del verano como un imborrable cuerpo.
Detrás del sonido de todas las cosas
parecía acercarse algo más eterno que nosotros,
un ser o una música que regresaban para siempre
(pero que ahí permanecen siempre).
Porque el universo bañaba con su voz
mi cuerpo en los más profundos sentidos.
Y acaso sea imposible, al otro lado del río,
al otro lado del sueño,
al otro lado del tiempo,
más allá del cuerpo que sabe las cosas,
escucharla.

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