14. El tordo flautista
Era
un gusto el oír, era un encanto,
A
un Tordo gran flautista; pero tanto,
Que
en la gaita gallega,
O
la pasión me ciega,
O
a Misón le llevaba mil ventajas.
Cuando
todas las aves se hacen rajas
Saludando
a la aurora,
Y
la turba confusa charladora
La
canta sin compás y con destreza
Todo
cuanto la viene a la cabeza,
El
flautista empezó: cesó el concierto
Los
pájaros con tanto pico abierto
Oyeron
en un tono soberano
Las
folias, la gaita y el villano.
Al
escuchar las aves tales cosas,
Quedaron
admiradas y envidiosas.
Los
jilgueros, preciados de cantores,
Los
vanos ruiseñores,
Unos
y otros corridos,
Callan,
entre las hojas escondidos.
Ufano
el Tordo grita: «Camaradas,
Ni
saben ni sabrán estas tonadas
Los
pájaros ociosos,
Sino
los retirados estudiosos.
Sabed
que con un hábil zapatero
Estudié
un año entero:
Él
dale que le das a sus zapatos,
Y
altemando, silbábamos a ratos.
En
fin, viéndome diestro,
Vuela
al campo, me dice mi maestro,
Y
harás ver a las aves, de mi parte,
Lo
que gana el ingenio con el arte».
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