Letanía
Benditas
las mujeres que protegen el fruto de su vientre,
asumiendo
la parábola de su belleza bajo un delantal,
aquellas
que lavan su rostro con el manto de la rutina
y
aprenden a alzar la voz , aunque sólo se tenga la voz.
Benditas
las mujeres que arrastran la cruz de impuras,
regando
su futuro con lágrimas de ausencias,
que
encuentran purificación en el agua de cualquier río
y tejen
amores dispersos en el manar del tiempo.
Benditas
las mujeres que se enamoran,
las
hechiceras de la noche,
las
que comparten el fuego de las bodas del cuerpo
en
la consagración de la piel.
Benditas
las que gritan lo que el corazón profesa,
las
que escuchan y las que imponen su palabra,
también
las que callan su verdadera pasión,
sobreviviendo
como agua estancada y triste.
Benditas
las que enfrentan el nido vacío,
reviviendo
cada noche el éxodo desde su origen.
Benditas
las que son tormenta, río sin cauce,
a
las que llaman locas, revoltosas,
liberadas,
feministas,
y
son capaces de atropellar al viento con una mirada.
Benditas
las hembras con fracturas y fragmentos.
Benditas
Nosotras, matriz del universo.
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