Ah,
no te quedas inerte en tu cielo
Ah,
no te quedas inerte en tu cielo
y la calle se repuebla de alarmas
pues tu inminencia alienta contenida
por el silencio de flamantes muros
y ventanas que miran el invierno.
Caminar es venir a tu encuentro: vivir
es medrar en ti, todo es fuego y espanto.
Y cuántas veces, a punto de descubrirte,
he temblado por un rostro repentino
tras los batientes de una antigua puerta
en la penumbra o al empezar las escaleras
y la calle se repuebla de alarmas
pues tu inminencia alienta contenida
por el silencio de flamantes muros
y ventanas que miran el invierno.
Caminar es venir a tu encuentro: vivir
es medrar en ti, todo es fuego y espanto.
Y cuántas veces, a punto de descubrirte,
he temblado por un rostro repentino
tras los batientes de una antigua puerta
en la penumbra o al empezar las escaleras
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