A
Puerto Rico
A
Tomás Carrión
La América fue tuya. Fue tuya en la corona
embrujada de plumas del cacique Agüeybana,
que traía el misterio de una noche de siglos
y quemóse en el rayo de sol de una mañana.
El
África fue tuya. Fue tuya en las esclavas
que el surco roturaron, al sol canicular.
Tenían la piel negra y España les dio un beso
y las volvió criollas de luz crepuscular.
que el surco roturaron, al sol canicular.
Tenían la piel negra y España les dio un beso
y las volvió criollas de luz crepuscular.
También
fue tuya España. Y fue San Juan la joya,
que aquella madre vieja y madre todavía,
prendió de tu recuerdo como un brillante al aire
que aquella madre vieja y madre todavía,
prendió de tu recuerdo como un brillante al aire
sobre
el aro de oro que ciñe la bahía.
¿Y el Yanki de alto cuerpo y alma infantil quizás?…
¡El Yanki no fue tuyo ni lo será jamás!
¿Y el Yanki de alto cuerpo y alma infantil quizás?…
¡El Yanki no fue tuyo ni lo será jamás!
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