domingo, 16 de agosto de 2020

ELMAN TREVIZO




Masoquismo



No importa si el látigo se mueve como un gusano flojo.
Caerá la tarde y se despojará de lluvias este viento terco.
Se pronunciarán nombres de antiguos discípulos del agua,
y en la ciudad se reinventará otra vez la moda arcaica.
Allá afuera, junto a los puestos de baratijas,
no sabremos si esta canción simula un poema,
o el discurso de un hombre que vende más boletos apócrifos al cielo.

El látigo seguirá cayendo sobre la espalda brisa
que alguna vez supo los nombres de este cuarto con calles marcadas.

¿Sorda será la cara que cierra sus ojos? ¿La mía?
Solariego podrá versarse un nudo en la garganta, si tú no estás, aquí, sacrificándome.
Dándome motivos para sentir dolor,
para tocar las sonajas de mis senos,
con las que llamo así, a mis blancos oriundos.
Los lechones rollizos del alba.


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