Placer no tiene ser do no se sabe…
Placer
no tiene ser do no se sabe;
pierde
su merescer mucha costumbre.
Morimos
por saber de amor la cumbre
y en
viéndola de mala no nos cabe;
aquello
que pensamos que perdido
dará
poco dolor, cuando se pierde
no
hay cosa que al sentido desacuerde
tanto
como sentir que se haya ido.
A
tal extremo y punto soy llegado
que
aquello que más quise en esta vida
lo
siento con tibieza descaída,
y al
punto que lo pierdo soy quemado.
Ninguno
puede ver tales hazañas
como
las veo después que al cielo fuistes;
sin
vida con moriros me hecistes;
Dios
sabe el porvenir destas marañas.
El
bien o mal que da o quita fortuna,
hijos,
hacienda, honor abalanzaron
aquellos
que tras vicios caminaron,
teniendo
a la virtud por importuna;
yo
tengo ya mi cuenta fenescida:
no
puedo haver jamás ningún contento,
no
lloro lo futuro que no siento,
la
vuestra muerte cruel fue mi homicida.
Tengo
de mi dolor placer sencillo,
holgando
de mi mal por quien le tengo;
con
este imaginar yo le sustengo,
ni
helgo de dejalle ni sufrillo.
¡Oh
espíritu que estás gozando el cielo!,
si
vees de allá mi mal, de mí te duele
y tu
gloria y beldad se me revele,
que
espíritus te dan gloria y consuelo.
Muerte
que quita el bien y la riqueza
que
vida suele dar a los mortales,
cuanto
era me llevó, sino mis males,
dejando
de aquel tiempo una tristeza.
A
todos doy señal de lo presente
mostrando
de pesares el extremo;
del
tiempo por venir recelo y temo,
pues
sola la tristeza en mí se siente.
Nunca
de mi dolor me veo pagado,
pues
busco en el dolor el alegría;
mi
corazón es duro, pues podría
vivir
siendo de vos desamparado.
Amor
fue mi enemigo en aquel punto
que
os vi dejar el cuerpo tan hermoso;
cruel
fue más que león el ser piadoso,
y
más mi corazón, que no es defunto.
No
puede en breve tiempo el mal sentirse
cuánto
es como después que es conoscido;
ataja
un gran dolor todo sentido
el
tiempo, que le hace dividirse;
razón
pide que el mal, para entenderse,
se
parta, porque en tiempo viva y dure,
porque
de hacer placer nunca se cure
ni
nadie jamás pueda dél valerse.
No
cure de juzgarme a mí ninguno
si
no sabe la causa de mi duelo:
la
muerte me llevó mi bien al cielo,
dolor
es este tal más que importuno.
¿Quién
puede ser tan cruel que así no llora
a
quien más que a sí mismo en vida quiso,
ni
cómo de llorar se ve arrepiso
privado
ya de ver a mi señora?
La
muerte es desventura al más dichoso,
mirá
qué puede ser al desdichado;
todo
lo trae la cruel amedrentado,
por
siempre su dolor es congojoso.
Aquesta
del amor cruel enemiga,
contino
anda partiendo corazones;
de
un golpe a vos y a mí partió sus dones
y en
mí quedó el durar de su fatiga.
Versión de José Batlló
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