Pasaje
de desintoxicación
inspirado en William Brewer
Encontrás
cucharas por todas partes:
debajo de los armarios de la cocina, dentro de los edredones,
hurgando entre los calzoncillos. Ayer,
te sentaste en el sofá y descubriste que las cucharas
habían reemplazado el relleno. Abriste lo cojines,
sacaste cientas de ellas. Este es un proceso de limpieza.
Solo
soñás con el metal. El pastor te dice:
“Esto es normal. Simplemente tenés que deshacerte de las cucharas”.
Lo aceptás, pero el fregadero se sigue llenando de plata.
La ducha escupe argento. “Librate de la tentación,
hijo mío”. El pastor tiene los ojos verdeazules de nuestro padre.
Escuchás
y asentís: hay que tirar todas las cucharas de la casa.
Le decís al pastor que podés hacerlo. Creés
que podés hacerlo. “Dios está con vos, hijo mío”.
Los espasmos en tus brazos y dientes comienzan
a desaparecer. Todo lo que tenías que hacer era deshacerte
de la
tentación. Agradecés a Dios por la nueva fuerza,
inclinás tu cabeza para rezar por mejor,
más limpio, pero cada vez que cerrás
tus ojos
ves esa curva de plata
y te quedás ahí.
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